viernes, 19 de marzo de 2010

Capítulo 5: Jacky

Con toda la confusión que me quedó después de la charla con Carrascales estaba desganado.
Me fui al piso y me puse a darle vueltas. Todo lo que rondaba mi cabeza era delirante, paranoide y desmesurado. ¿Estaría Dave metido en un lio? En el caso afirmativo, ¿cómo es que no me había enterado de nada?
Mientras pensaba, ante mí desnuda, estaba ella. Jacky se levantaba repetidamente, arriba y abajo, dándome con sus curvas en mis labios.
Pero tenía que encontrar alguna lógica al asunto. ¿Estaría dando un paseo y le ocurriría algún accidente? No tenía sentido porque sus indicaciones fueron muy concisas y cercanas en el tiempo ¿Lo habían secuestrado unos simples matones para pedir un rescate? En estos tiempos la idea no es descabellada, pero sí en esta ciudad. Es demasiado tranquila como para la existencia de mafias organizadas que trabajen a simple vista. Era evidente que si alguna estuviese trabajando en la ciudad puede que fuese tan silenciosa que no nos percatásemos de sus actos, crímenes, movimientos,…
Jacky continuaba moviéndose sinuosamente, aunque cada vez la notaba menos ella. Mis labios, demasiado secos para esperar más, pedían más sentido a la noche, más jugo de Jacky. Me lenvanté y agarré la la botella de Jack Daniel’s. Entre amigos yo la llamaba Jacky.
Finalmente acabé borracho en el sofá, con Jacky muerta por el suelo, la televisión de fondo y mis sonidos guturales a la comparsa. Decían mis novias que nunca fui lo suficientemente hombre ni para roncar.
Me sobresaltó el porterillo. Fui a ver, tras abrir la puerta a alguien de rostro familiar y reaccioné de la borrachera, como un tortazo en una fría mañana, al oír los sollozos de Megan acercándose por el pasillo. Yo estaba esperándola en la puerta con la famosa frase preparada en la lengua:
-¿Qué te ocurre? ¿estás bien?
Intentó segundos antes disimular, haciéndose la dura como siempre hacía. Un orgullo que siempre me hacía rabiar, pero a la vez, un atributo tan impregnado en ella que seguramente no sería la Megan que conocía.
-Si Chad, estoy bien, ya lo sabes. El problema de las lentillas, que no me acostumbro a llevarlas.
Dijo mientras se guardaba las gafas en el bolsillo disimuladamente.
-Entra Megan, entra. Dame el bolso y el abrigo. ¿Vienes en metro, en tranvía o en autobús?
Me miró como miran los dueños a sus perros, casi con desprecio. No sabía por qué lo preguntaba cuando ya sabía de sobra la respuesta. Pero fue como si quisiera escucharla y ver su reacción. Me encantaba chincharla.
-Sabes que teniendo mi Focus,…. No voy a pagar transporte público y seguro tontamente. ¿Crees que tengo ganas de aguantar a la gente que coge ahora el metro? Con sus olores, pintas, miradas…
-Todas husmeándote y desnudándote con la mirada-interrumpí-y eso te encanta, ¿me equivoco?
Me miró como miran los policías a los cacos capturados: poder, rabia y pena.
Megan era una mujer…mujer. Tenía un pelo lacio oscuro con algunas mechas rubias. Era la típica mujer con espíritu jovenzuelo, pero no nada típica. Sus ojos eran azules verdosos, tenía una figura característica de una deportista. Solía llevar tacones y vestir de chaqueta excepto cuando trabajaba que llevaba deportivas y vestía de sport.

Llegaba a ser cruel, borde, cortante y antipática, pero era la mujer de mi amigo Dave y tenía que tragar con lo que fuese. Ella le hacía feliz a él, y con eso me conformaba. Saqué un par de copas de la despensa y abrí un Rioja. Emplaté el pescado precocinado del microondas y aparecí por el arco de la puerta de la cocina con un sonoro Voi-lá. No pensaba cenar pero tampoco intuía que ella estuviera de paso. Tenía que dejar de comportarme como un crío cuando ella estaba realmente desmoronada.
Megan se quitó la bufanda que rodeaba su delicado cuello. Se acomodó en el sofá, cruzó las piernas, miró a su alrededor y me lazó una mirada como si esperase algo de mí. Yo me senté en el lado opuesto, un poco apartado, del sofá. Tendí los cubremanteles, un par de servilletas improvisadas, cubiertos y las copas.
Ella seguía mirándome en silencio. Esperaba una gota que colmara su vaso de angustia. Se le podía ver en los ojos, en la forma de preguntarme por Dave, su trabajo, lo que hablé con Carrascales,… Le conté todo lo que sabía, y aun así necesitaba algo.
Fue entonces cuando me levanté del otro extremo del sofá y le di un abrazo. Normalmente hubiese recibido por respuesta una tajante frase borde cuestionando mi virilidad, mi sobriedad o ambas cosas. Sin embargo, sentí cómo muy lentamente fue apretándome con sus brazos. Noté cómo en el silencio unos tímidos sollozos rompían tantos años de hostilidad. Noté cómo su cuerpo necesitaba el contacto de un profundo abrazo que quizás tanto ella como su matrimonio habían olvidado ya.
El cercano abrazo se terminó, y nos encontrábamos el uno frente al otro. Sin decirnos nada, tensos, nos miramos tímidamente. Solo duró un segundo, tan corto en el mundo real, pero tan largo en mi mente.
Sin pensarlo le lancé un beso. Acto seguido vino la torta. Los encantos de Jacky me habían vuelto a jugar una mala pasada. Megan, aquel pedazo de rubia que me acababa de rechazar, no era una mujer cualquiera. Era la ex-mujer de mi mejor amigo.

5 comentarios:

Lucas dijo...

Muy bueno!!

Esto sigue palante eh??

Quién es el próximo o la próxima?

Violeta dijo...

virginia pa cuando? :S

Mario dijo...

ZzZzZzZzZzZzZzZzZzZzZzZzZzZzZzZ...

Violeta dijo...

zzzzzz al cuadrado

Unknown dijo...

Aunque algunos entendamos que es porque quereis continuación!, si poneis aqui "zzzzz" se entiende que el capítulo aburre.

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