miércoles, 20 de enero de 2010

Capítulo 3: Desorden

Descolgué el teléfono y con mis temblorosos dedos marqué el número de la policía. Cuando por fin sonó la voz a través del auricular me di cuenta de que todo parecía volverse borroso y que una fuerte presión en mi pecho no me dejaba articular palabras con fluidez, por ello un camarero se ofreció a traducir mis balbuceos a la policía hasta que consiguió dar la dirección correcta del lugar donde habían ocurrido los hechos y mis datos identificativos.

Después de colgar el teléfono, el amable camarero me acompañó a una silla donde, tras ofrecerme un vaso de agua, me puso sus manos sobre mis hombros y me dijo:

- Hola, me llamo David. Tranquilícese, la policía llegará en un momento.- En ese momento sentí el impulso de tocar el bolsillo de mi pantalón y corroboré mi mayor sospecha: estaba vacío, no estaban ni la ficha de Dave ni mi teléfono móvil; debió caerse mientras huía.

Quince largos minutos más tarde llegaron al restaurante dos agentes de la policía, un chico y una chica, ninguno de ellos aparentaba más de veinticinco años. Al cruzar la puerta David se acercó a los agentes para indicarles dónde me encontraba. La agente inmediatamente se apresuró a mi silla mientras que su compañero se quedó junto al camarero para hacerle algunas preguntas.

- Buenas noches, soy la agente Serena Murria. Nos han informado que ha sido usted quien ha realizado la llamada para denunciar la presencia de unos hombres armados en las obras del futuro centro comercial de la avenida, ¿Es correcto?- dijo clavando sus ojos marrones sobre mí con expresión de incredibilidad.

- Sí, he sido yo, aunque con ayuda de aquel camarero.- contesté mientras señalaba a David.

- ¿Y exactamente puede describir que ha visto usted?

- Pues vi que no funcionaba un monitor, decidí acercarme a la zona para asegurarme que todo estaba bien y me encontré con unos hombres armados que se encontraban reunidos rodeando una especie de caja metálica…. escucharon el timbre de mi móvil y yo decidí salir corriendo cuando vi que se aproximaban a mi escondite, y logré escapar de allí.- dije tartamudeando, ya que aún no me había repuesto.

- ¿Te siguieron? – preguntó la agente Murray.

- No lo sé….en cuanto salí de la obra los perdí de vista, aunque seguí corriendo-intenté recordar pero nuevamente sentí la falta de aliento y gotas de sudor frío recorrían mi frente.

- Un grupo de agentes ha sido enviado al lugar de los hechos, pero al parecer no han encontrado a nadie- al posar los ojos sobre mí y ver la expresión de horror de desvelaba mi cara, continuó diciendo…

- No debe usted preocuparse, seguiremos investigando. Ahora, si a usted le parece bien, le acompañaremos a su casa para que descanse y mañana le llamaremos para que se pase por comisaría a declarar.

- Me parece bien.

Cuando llegué a casa me invadió el horror, no podía parar de pensar en la desaparición de mi móvil y la ficha de Dave. Todo lo que había visto esa noche…. ¿Quiénes podrían ser? ¿Por qué escogieron una obra que se encuentra en una calle tan transitada? ¿Qué podía contener la caja metálica que protegían con armas?

Intenté calmarme con una ducha, como si un poco de agua caliente pudiera despejarme la cabeza; me metí en la cama, sabiendo que no iba a pegar ojo en toda la noche e intenté encontrar alguna forma de dar respuestas a mis preguntas. Entonces recordé que no había avisado a Dave de lo ocurrido, ya que su número lo tenía grabado en la agenda de mi móvil, así que decidí ir a su casa inmediatamente.

Estaba amaneciendo cuando llegué a su casa y toqué el timbre de la puerta, nadie abrió, pero no me sorprendió, ya que en su llamada me dijo que iba de camino al hospital. Quizás aún se encontraba allí. Busqué la llave de la puerta para esperarle dentro, a él no le molestaría, entonces me percaté de que la cerradura estaba rota y la puerta se hallaba abierta. Entré cuidadosamente en el recibidor de la casa, los cajones del mueble de la entrada se encontraban abiertos y su contenido desparramado por el suelo, pude observar el marco vacío donde anteriormente se encontraba una foto de Dave con su hija y su exmujer. Avancé hacia el salón, igualmente todo estaba desordenado, continué por el pasillo para comprobar si quedaba alguien dentro, pero no había nadie; sólo los destrozos que dejaron a su paso.

Busqué el teléfono por todo el salón y cuando por fin lo encontré, me dispuse a llamar a todos los hospitales de la ciudad intentando localizar a Dave. Conseguí localizar el número de la habitación donde permanecía ingresada su hija y marqué el número.

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